Bibliografía Capacitación María José Borsani

LA ESCUELA SECUNDARIA OBLIGATORIA

En “Construir un aula inclusiva. Estrategias e Intervenciones.”
María José Borsani
Paidos 2011

 El desafío educativo del tercer milenio

La transformación de la escuela secundaria se impone como el gran desafío educativo de los próximos años. El reto es enorme, ya que supone educación obligatoria, de buena calidad, dentro de una sociedad compleja, sujeta a cambios permanentes, lo que plantea un contexto de transformación profunda.
El mundo ha cambiado vertiginosamente en los últimos tiempos. El efecto de estas modificaciones al interior de las instituciones educativas es tan complejo que cualquier análisis u opinión que se elabore debe evitar caer en el reduccionismo profesional y mediático con que se suele tratar este tema. Se debe más bien intentar pensar lo que acontece en la intimidad de las escuelas desde una mirada interdisciplinaria que permita interpretaciones acordes a las circunstancias.

La obligatoriedad modifica las múltiples dimensiones de la actividad educativa: la organización de las instituciones, los contenidos curriculares, los métodos de evaluación, los métodos de enseñanza, los regímenes de convivencia y de disciplina en el interior de las escuelas.
La articulación entre educación y sociedad asume, en este contexto, formas diferentes a las del pasado. La universalización no puede ser asimilada a la idea de homogeneización. El reto es interpretar las condiciones de las cuales partimos y diseñar un modelo institucional de escuela secundaria que atienda la diversidad e intereses de nuestro alumnado, con propuestas educativas que se abran a las múltiples alternativas de formación, que atiendan la multiplicidad de motivaciones, expectativas y proyectos de cada uno de nuestros adolescentes y jóvenes.[1]


En este contexto de transformación profunda, conviven excesos de demandas que se conjugan en intentar dar respuestas a fuertes deudas del pasado que aún tiene la escuela secundaria, siempre postergadas y nunca resueltas con nuevos desafíos y requerimientos. Esto es vivido por momentos de parte de docentes y alumnos como una hiperexigencia imposible de abordar.
Al analizar este tramo educativo, no podemos dejar de considerar el descrédito generalizado que ronda en torno de la escuela media, lo que impone repensar con rigurosidad las propuestas de aprendizaje, de estudio, de investigación, de debate, de capacitación, de iniciativa y de emprendimiento, entre otras.
Si la mira está puesta en dignificar la escuela secundaria como institución social por excelencia donde transcurra la vida adolescente, es necesario entonces señalar algunas categorizaciones de análisis que permitan avanzar al respecto. Cada una de ellas merece un estricto y riguroso despliegue, pero –dadas las características de este trabajo– solo serán enunciados los conceptos generales.
Con el fin de ordenar el texto, se presentan algunas cuestiones claves para revisar.

Contexto histórico

Una mirada contextualizada en el tiempo nos lleva a ubicar los orígenes de la escuela secundaria obligatoria de larga duración e igualdad para todos en países capitalistas de posguerra en consonancia con contextos de expansión económica, de incorporación al trabajo.
La educación primaria argentina es concebida originariamente con un fuerte sesgo homogeneizador, con un mandato pedagógico unificador que se sustenta en igualar las oportunidades de las poblaciones nativas e inmigratorias.

La historia de la escuela media en la Argentina plantea sustantivas diferencias a la de la educación primaria. Esta última fue pensada –aún con sus problemas, deudas y contradicciones– en una formación destinada a toda la población, con una organización institucional que brindara cobertura masiva y le diera forma específica a la pretensión de igualdad. La escuela secundaria o media, por el contrario, se pensó como educación para pocos, preservada para ciertos sectores y con una formación que la conectara con la educación universitaria (Dussel, 2008).

La escuela secundaria se funda entonces sobre un estricto sentido de la autoridad, la disciplina y el conocimiento académico, con el objetivo de satisfacer las necesidades educativas de una minoría de alumnos que apuestan a un futuro de excelencia, que están vinculados a la formación de elites políticas y burocráticas dirigenciales, y se diferencian de aquellos que solo acceden a la escolaridad primaria obligatoria como única posibilidad de instrucción.
Esta propuesta educativa de la modernidad, que responde a las expectativas del hombre europeo positivista burgués, se centra en un alumnado escaso, seleccionado, privilegiado, que pertenece a los estratos medios y altos de la sociedad.
Si bien a lo largo del siglo XX la escuela media se abre a diferentes modalidades, técnicas, comerciales, etc., que permiten la incorporación de nuevos grupos sociales, no pierde su perfil excluyente para los estratos sociales más carenciados.
El modelo moderno de educación secundaria se agota progresivamente y ya sobre fines del siglo pasado no es capaz de dar respuesta, de manera sustentable, a las necesidades que impone el nuevo escenario de la posmodernidad. Este formato, aún vigente en nuestros días, está en crisis, porque lo que ha cambiado es, por un lado, el territorio sociocultural donde se contextualiza la escuela de la posmodernidad y, por otro lado, las necesidades de su alumnado.
La escuela media de hoy se inscribe en el mundo globalizado, cada vez más exigente y especializado, donde se expresa el aumento de la desigualdad social y se escenifica la exclusión social, razón por la cual no puede seguir perpetuando un formato inoperante al que cada vez acceden menos.

Obligatoriedad

La decisión de una escuela secundaria obligatoria para todos los adolescentes marca un punto de inflexión inédito en la historia educativa de nuestro país.
La inclusión masiva implica que la amplia gama de la población que culmina educación básica, que oscila entre los 13 y 15 años –dependiendo de los planes de estudio y los tiempos subjetivos de cursado–, debe continuar bajo el cobijo escolar dentro de la modalidad secundaria. Hablar de obligatoriedad supone un intento de equidad social, de extender la oferta para esta franja etaria que llega a la escuela media. Pero, además de arribar a esta nueva dimensión educativa, el objetivo es que los alumnos puedan sostenerse dentro de ella, por lo que el compromiso no es solo con el acceso a la educación media, sino también con la permanencia y el egreso de este colectivo social. El desafío es que todos los que ingresen puedan egresar.

Universalidad

La escuela media pasa a ser patrimonio de todos los sectores sociales, no solo de los sectores urbanos medios y altos para los que fue diseñada en su origen, sino que se extiende y se ofrece matriculación a aquellos que históricamente quedaron por fuera de esta propuesta educativa. A partir de ahora, no se selecciona la población estudiantil, lo que supone un espíritu de equidad social.
Al universalizar el nivel, todos los adolescentes del país pertenecen a la categoría “alumnos de la escuela secundaria”, independientemente de su estado civil, su nivel económico, sociocultural, sean trabajadores o desocupados, padres o madres, deportistas, artistas o intelectuales, muchachos/as de la calle, del barrio, del campo o de las grandes urbes.

Educación de calidad

Una escuela secundaria de calidad supone un conjunto de procesos articulados que propenden a que los alumnos logren aprendizajes novedosos y produzcan conocimiento, se desarrollen como sujetos y logren convivir en un clima institucional democrático, en entramados vinculantes de socialización y subjetivación.
Al día de hoy, la educación secundaria se ve sometida a diversas demandas, todas atendibles, y está sujeta a los enormes desafíos que los diferentes sectores sociales plantean. Por un lado, se le exige una profunda reformulación para dar respuesta a las necesidades de los alumnos que pertenecen a sectores socioculturales ya incluidos en la oferta tradicional de la educación media que pretenden mayor formación y capacitación. Por otro lado, se demanda atender las necesidades de los jóvenes de familias que por primera vez acceden a la posibilidad de cursar la escuela secundaria.
Este nuevo escenario genera gran exigencia y desconcierto entre los miembros de la comunidad educativa, que se interroga acerca de cómo dar respuesta a todos los alumnos sin que decaiga la calidad del aprendizaje que cada uno merece. Resulta complejo amalgamar los mandatos históricos del pasado con las demandas actuales, para ubicarse en el estrecho espacio que se encuentra entre lo que se quiere y lo que se puede hacer, y así pensar una instancia posible ante el agotamiento del modelo tradicional.
Si bien se observa una petición cada vez mayor de educación media, también se aprecia mayor deserción, lo que inevitablemente conduce a inferir que la escuela media, tal como está planteada en este momento, da inscripción amplia pero aún no da respuesta a la pluralidad de las necesidades del alumnado.
Los países que han avanzado al respecto han podido ubicar ofertas educativas diversificadas, en las cuales conviven clases tradicionales con propuestas totalmente novedosas que se abren hacia distintas áreas, vinculando espacios de proyecto de construcción del saber con espacios de opción personal y construcción de proyectos individuales vinculados a la vida y las expectativas de cada alumno.
La calidad educativa es una construcción social, un compromiso posible desde la redefinición del panorama institucional, donde se puedan dimensionar los recursos necesarios y la inversión, económica y humana, que los distintos actores de la transformación estén dispuestos a realizar.
La obligatoriedad y la universalidad necesariamente suponen dar respuesta en contextos de inequidad, por lo que una oferta educativa democrática solo es posible desde una diversificación curricular que contemple y responda a las necesidades poblacionales.
Población educativa

La franja poblacional que concurre a la escuela secundaria abarca el cada vez más amplio tramo de la adolescencia, etapa vital en la consolidación identitaria, que supone itinerarios subjetivos e intersubjetivos, asociados a los espacios sociales de mayor relevancia –familia, escuela, trabajo, esparcimiento–. Estos adolescentes, nacidos y criados en la posmodernidad, se muestran con nuevos modos de crecer, de cuestionar, de aprender, de amar y de contactar, que descolocan al adulto, al punto de llegar a desconocerlos como alumnos, como sujetos del aprendizaje.
Es necesario ahondar y comprender las características intrínsecas de la población adolescente que transita la escuela secundaria para poder operar dentro de ella. Los nuevos sujetos del aprendizaje no responden al perfil del alumno de la escuela tradicional, no son más los alumnos que describe Miguel Cané en su libro Juvenilia (1884), en el que narra las andanzas de un grupo de jóvenes que gozan de gran prestigio social dentro de la burguesía porteña y cursan su escuela secundaria en el acreditado Colegio Nacional de Buenos Aires. Ni siquiera se parecen a los alumnos de los finales de los años ochenta del siglo pasado. Estos noveles aprendices tienen formas muy distintas de concebir el mundo, el conocimiento y sus vínculos.
Es entonces prioridad interpretar estos procesos generacionales para poder emprender el desafío de la enseñanza-aprendizaje junto a los jóvenes de la posmodernidad, respetando sus saberes –que son muchos y novedosos, y que, en más de un aspecto, aventajan a los de los adultos– y poder ubicarse en un fructífero trabajo de enlace generacional que permita conciliar la cultura adolescente con la cultura escolar.
Estos muchachos y muchachas pertenecen a una cultura juvenil fuertemente influenciada por el consumo y el mercado, y están acostumbrados a moverse con sabiduría en el mundo tele-tecno-mediático en el que despliegan destrezas sorprendentes.
La mayoría de estos protagonistas tiene una dimensión temporal presente que condiciona tanto sus actividades cotidianas como sus proyectos a largo plazo, que se vislumbra en escasa expectativa por el mañana y se conjuga con la falta de planes claros a futuro.
La población de la escuela secundaria se presenta con una nueva estética que signa el cuerpo con marcas reales como tatuajes y piercings, jerarquiza el predominio de la imagen y la música, se identifica con formas personalizadas de tribus urbanas en las que cobra pertenencia e identidad. Entre ellos manejan un dialecto etario que excluye al adulto y sorprenden con rasgos creativos fuera de lo común.
Muchos de estos jóvenes llegan hoy a la escuela secundaria con grandes falencias instrumentales en relación con aquello que los profesores suponen como caudal básico de un alumno que transitó la escolaridad primaria. Los saberes y las competencias de estos sujetos deben ser debidamente ubicados y dimensionados para operar en consecuencia, ya que ese es el punto de partida, ineludible, desde el que se pueden abrir los nuevos aprendizajes.
Estos condicionamientos se hacen presentes con mayor asiduidad en el aula, debido a que la obligatoriedad de la educación secundaria acerca al mundo escolar a aquellos alumnos que antes no alcanzaban a cursar el nivel o que directamente no se inscribían en la escuela. Para ellos también es la escuela media, y no resulta sencillo incluirlos en la nueva oferta educativa.
En más de un caso el desafío es entre el alumno y el profesor, con ausencia absoluta de la familia y con precariedad de los hábitos y/o saberes instrumentales básicos y mínimos para cursar la escuela secundaria.

Plantel docente

Los profesores de la escuela media se encuentran sometidos a las mismas crisis coyunturales que sus alumnos. La posmodernidad irrumpe en las escuelas con un profundo vacío de sentido, con propuestas curriculares tradicionales alejadas de las necesidades de la población áulica.
La escuela y los docentes están expuestos a tensiones difíciles de resolver. No gozan del prestigio que alguna vez supieron concebir y ostentar, han perdido el crédito y la confianza de la comunidad. Algo parecido sucede con el alumnado. Ambas categorías suelen ser definidas desde sus “defectos” y faltas, se enuncian desde aquello de “lo que no tienen” para ser el profesor o el aprendiz ideal de otro contexto sociocultural, el de la escuela tradicional, que ya ha dado muestras de no responder a las necesidades de este tercer milenio.
Directivos y profesores son los rostros visibles del sistema y soportan las demandas, las quejas y los reclamos, lo que conlleva un alto impacto en la subjetividad y en el ejercicio de la función correspondiente. Tampoco se puede desconocer la situación de los docentes que manifiestan estar sobreexigidos por las exigencias del sistema, con mayor carga laboral, que trabajan en dos o más establecimientos, lo que les impide llegar a conocer a sus alumnos.
Si bien la mayoría del plantel docente secundario tiene formación específica en su campo disciplinar (cómo enseñar su materia), como contrapartida de esta capacitación la gran mayoría no cuenta con herramientas que les permitan abordar las situaciones de conflicto que irrumpen en el ámbito escolar.
Entre los adultos de la escuela media se percibe el predominio de una visión negativa en relación con sus alumnos, a quienes se suele culpabilizar por no aprender y más de una vez responsabilizar por no poseer aquello que la escuela no supo o no pudo generar en ellos.
Al analizar la relación entre quienes enseñan y quienes aprenden, aparecen insistentes señalamientos sobre el escaso o nulo deseo de aprender del alumnado. El deseo de aprender es condición sine qua non para el trabajo de enseñanza-aprendizaje. Pero no solo es necesario el deseo del alumno, sino que también es indispensable que él guíe la praxis docente.
Sería entonces interesante repreguntarnos también qué sucede con el deseo de enseñar de los profesores, que es tanto o más importante que el del alumno, e imprescindible para poner en marcha y guiar el proceso de enseñanza-aprendizaje.
La conceptualización que el adulto hace sobre el alumno es, en algunos momentos, más importante que la propuesta curricular. ¿Cómo ve y siente el profesor al alumno? ¿Qué provoca en él ese sujeto de aprendizaje? ¿Qué siente ante actitudes que interpreta como desgano, apatía o desdén? ¿Cómo se involucra ante esta situación? ¿Qué puede hacer? ¿Lo hace? ¿Qué deja de hacer? ¿Por qué? ¿Cómo se puede pensar el malestar del docente y el del alumno?
Otro aspecto no menos relevante que los docentes señalan en reiteradas oportunidades es el escaso o mínimo compromiso de la familia con la institución educativa e incluso, en más de una oportunidad, la ausencia absoluta de acompañamiento familiar. Convengamos en que si bien es necesario convocar a los padres para que acompañen el trabajo institucional e intentar que se acerquen y participen, en ciertos casos se ha de enseñar sin el apoyo de la familia. Esta es la realidad de una gran parte del alumnado, y es a este a quien se debe jerarquizar desde la mirada del profesor y de la institución educativa, más allá de la familia que le haya tocado en suerte a cada aprendiente.
Es común encontrar actitudes que “sancionan” al alumno por la familia que tiene. Acompañar a los jóvenes desde la escuela en este momento de imprevisibilidad e incertidumbre resulta un verdadero desafío para el plantel docente.

Propuesta pedagógica

Las escuelas secundarias enfrentan hoy procesos sociales de reintitucionalización, lo que supone un arduo trabajo de reflexión y capacitación.
Es necesario diseñar perfiles educativos diversificados dentro de la orientación general común para dar respuesta a las NEE de la pluralidad de alumnos que llegan a este nuevo tramo de escolaridad obligatoria. Estas reformas suponen gestar nuevos modelos de organización institucional que implican necesariamente innovar en las modalidades pedagógicas, con una propuesta curricular de base abierta, flexible, con el debido replanteo de las estrategias didácticas dentro de aulas diversificadas.
Los jóvenes necesitan propuestas inclusivas, que generen pertenencia y capacitación, para poder sostenerse ante la inminencia del futuro.

Otros temas

Una serie de puntos no menos importantes que los anteriores deben incluirse en todo análisis referido a la transformación de la escuela secundaria:
-        Articulación del nivel de educación primaria con el nivel de escolaridad secundaria, sistemas promocionales interciclos e intraciclos, tiempo de permanencia dentro de cada nivel, movilidad dentro del sistema, sentido de continuidad del proyecto educativo.
-        Diseños curriculares de transición. Diversificación curricular (algunos señalamientos al respecto se han desplegado en la página 156 del capítulo 4 de este libro.
-        Evaluación diversificada acorde a los objetivos diferenciados según las NEE del alumnado.
-        Revisión de los conceptos de evaluación, calificación, acreditación, promoción. Acuerdos básicos.
-        Valor simbólico y real de la certificación. Considerar la acreditación de títulos intermedios. Títulos que respondan a estos años de profunda transformación.
-        Retrabajar el concepto de fracaso escolar. ¿Fracaso del alumno? ¿Fracaso del docente? ¿Del sistema? Deserción escolar. ¿Quién deserta de quién, el alumno de la escuela o la escuela del alumno? Retención escolar activa.
-        Nuevas tecnologías: ahondar sobre el impacto mediático que las nuevas tecnologías tienen en el universo simbólico del adolescente. Con la irrupción de las tecnologías de la información y la comunicación, la familia y la escuela se han visto conmovidas y cuestionadas en su saber y autoridad, y esto tiene su efecto en los procesos de aprendizajes.
-        Implementación de las alternativas de acompañamiento indispensables propuestas por la Ley de Educación Nacional: tutorías, apoyos pedagógicos, orientación, programas de promoción asistida, seguimientos, etc.
-        Necesidades básicas cubiertas. Provisión de becas, materiales, libros, etc.

Como cierre de este escrito, adhiero a la imperiosa reflexión sobre algunas preguntas enunciadas por Emilio Tenti Fanfani acerca del “secundario para todos y para todas”:

¿Cómo garantizar la igualdad de oportunidades de aprendizaje y al mismo tiempo ofrecer una oferta educativa diversificada?
¿Qué es lo que hay que aprender en la escuela secundaria obligatoria?
¿Cómo garantizar una adecuada integración y sentido de pertenencia de los profesores para con la institución donde trabajan?
¿Cómo se integra la formación de una cultura común, la inserción en el mercado de trabajo y la continuación de los estudios en el nivel superior?
¿Cómo hacer para masificar el nivel sin hacerle perder su sentido pedagógico como institución de aprendizaje?
¿Cómo garantizar las condiciones sociales del aprendizaje?
Por lo tanto, más allá de la obligatoriedad, es preciso preguntarse: ¿cómo hacer “atractiva” o “interesante” la oferta escolar para adolescentes, sin caer en una inútil demagogia o “facilismo juvenilista”?
No es fácil encontrar una respuesta a estas preguntas. Más difícil aún es encontrar respuestas comunes, en una sociedad diferenciada y desigual como la argentina. Pero de alguna manera, la política educativa está obligada a encontrar acuerdos y a definir orientaciones comunes (Tenti Fanfani, 2008).

Necesitamos construir una escuela media que pueda presentarse como agente de inclusión y sepa dar respuesta a las necesidades de sus alumnos acorde a los nuevos contextos socioculturales y a los tiempos que corren. Tamaña tarea requiere de un fuerte compromiso individual y grupal, que se despliega en el amplio entramado de la corresponsabilidad que se teje entre el Estado, la institución educativa, el docente, el alumno, la familia y la comunidad.


                                                     
Prof. María José Borsani
Educación a Distancia: www.e-campopsi.com.ar









[1] Documento Preliminar para la Discusión sobre la Educación Secundaria en Argentina. Ministerio de Educación, Presidencia de la Nación, Consejo Federal de Educación, 2008.


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Prof. María José Borsani

-Adjunto algunos libros de reciente edición que me han ayudado mucho a pensar algunas cuestiones claves para la transformación de la escuela secundaria.
*Adolescencia, posmodernidad y escuela  G. Obiols y S. Di Segnis biols. Novedades Educativas.

*Claves para mejorar la escuela secundaria. C. Romero compiladora. Novedades educativas.

*Escuela media entre el malestar y las posibilidades Revista de Novedades educativas  Edición 208


*El Monitor de la educación N’ 19   Dic. 2008


*Documento Preliminar Para la Discusión sobre la Educación Secundaria en la Argentina Ministerio de Educación

Al final de este documento se encuentra un anexo con preguntas para orientar la discusión en torno a la escuela secundaria, unas para directivos y docentes, otras para las familias que se pueden implementar a modo de encuesta, y  otras para los alumnos.


La Capital | 30-09-11 | educacion | Por Estanislao Antelo / Pedagogo
¿All inclusive?: los claroscuros de la inclusión educativa
http://www.lacapital.com.ar//ed_educacion/2011/10/edicion_128/contenidos/noticia_0012.html




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